El rock adulto norteamericano de toda la vida, el que reinó en las radiofórmulas y recogía lo mejor de Led Zeppelin, Tom Petty, Bob Seger, The Eagles y otras leyendas, tiene a uno de sus mejores exponentes en Train, el exitoso proyecto – más de diez millones de discos vendidos – que lidera Patrick Monahan desde hace tres décadas en San Francisco, y que esta noche comparte escenario con otro gran hitmaker: el catalán Carlos Sadness, también millonario en reproducciones de sus canciones.
Train han vendido prácticamente la misma cantidad de álbumes que botellas de vino lleva despachadas su líder, Patrick Monahan, en todo el mundo: diez millones, nada menos. Tanto los discos de la banda como los caldos que Monahan comercializa desde su marca Save Me, San Francisco Wine Co (parte de sus ganancias se destinan a fines benéficos) son una buena muestra de su olfato comercial: ¿Hay alguien que no haya escuchado alguna vez canciones como “Hey, Soul Sister”, “Drop By” o “Drops of Jupiter (Tell Me)”? Train nacieron en San Francisco en 1994, en plena resaca de grunge y del rock alternativo (fueron teloneros de Counting Crows y Barenaked Ladies en sus albores), y se encaramaron muy pronto a lo más alto de las listas de éxitos gracias a una fórmula que conjuraba lo mejor del rock adulto contemporáneo. No en vano, su líder había formado parte de un grupo de versiones de Led Zeppelin, a quienes volvió a rendir tributo en el disco “Train Does Led Zeppelin II” (2016). Desde que su single “Meet Virginia” triunfó, en 1998, han colocado catorce de sus canciones entre las cien primeras del Billboard norteamericano, confirmando la fiabilidad de una carrera de diez álbumes tremendamente sólidos. No se han prodigado demasiado por España, motivo de más para no perderse su concierto en Noches del Botánico.
No debe haber nadie en el pop español con más olfato para dar con canciones contagiosas que Carlos Alberto Sánchez Uriol, conocido como en el mundo de la música como Carlos Sadness. Se nota que con anterioridad trabajó como publicista, porque sabe tocar la tecla del público: melodías como las de “Todo estaba bien”, “Te quiero un poco”, “80 días” o “Amor papaya” le han garantizado puesto preferente en la mayoría de escenarios y festivales de nuestro país. Discos tan coloristas, vitaminados y positivos como “Ciencias celestes” (2012), “Tropical Jesus” (2020) o “Realismo mágico” (2024) han confirmado la valía de un vocalista y compositor que igual declara su devoción por Los Piratas que por Joy Division, Death Cab For Cutie o Simon & Garfunkel.